Hace poco más de un año que entré en este mundo del Bonsái, siempre me gustó y me atrajo, pero nunca di ese primer paso necesario para todo en esta vida.
Reconozco que al principio, cuando veía esos árboles retorcidos y casi imposibles, no los sabía apreciar, para mí no eran “naturales”, solo entendía ese árbol de copa redondita y más “natural”.
Pero como soy muy pesado cuando me da por algo, después de devorar libros, revistas, foros de Internet y de hablar mucho con mi “sensei”, fui aprendiendo eso de las directrices del bonsái y a la vez encontrando el sentido a esas formas. Como le dije a David hace poco, viendo un trabajo de Mario, “cada vez veo más arte”.
¿Por qué? Veréis, en el arte en general y en la Arquitectura en particular, existe una constantes que es la proporción, aquellas obras bien proporcionadas nos resultan siempre más bellas que las que no lo están.
Pero la proporción no es más que relaciones entre las partes y el todo, o entre ellas mismas, y si existe una relación asombrosa es la de la relación áurea, y esta se da en todo nuestro alrededor.
No estoy hablando de nada esotérico ni coñas de esas, estoy hablando de que esta se da tanto en la naturaleza (la relación de la espiral de las conchas de los caracoles corresponde a esta proporción, el cuerpo humano), como en el arte (Pirámides de Egipto, Partenón de Atenas, Le Corbusier) y como no en las obras maestras del Bonsái.
Si, en la relación de altos y anchos, en la posición de la primera rama con respecto al alto total, la posición que debe ocupar en la maceta, etc. Miradlo, estudiadlo y os sorprenderéis…al menos a mi me fascinó.
En cuanto tenga algo más te tiempo prometo desarrollar un poco más este tema con algunas fotos… si os interesa claro.